Del sitio donde partir: Lecturas paralelas
por
Pat Moggio
Acerca de mi costumbre de leer varios libros simultáneamente, consigo dos en el mismo período de tiempo y los leo en forma alternada hasta finalizarlos en lo posible en la misma fecha. Es decir, mi cabeza ronda esas dos lecturas por unas semanas, incluyendo muchas veces una vuelta y releída de secciones de mi interés y anotaciones de reflexiones. Por lo general los libros no se vinculan uno con otro en tema o en estilo, más bien intento sean diferentes. Sin embargo en esta oportunidad a pesar de la divergencia encontré -y fue mi motivación a escribir sobre ello- una cercanía respecto del uso del espacio de las personas, en un ejemplo tan primitivo, limitado físicamente y discutiblemente necesario: la casa.
Casa. ruca. huaca. maison. house. haus. ev. huis. domus. oikos…etc.
Edificación material donde viven una o más personas. Lugar donde abrigarse del inmenso exterior abrasivo y permitir el interior abrazador.
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Interior/ exterior.
Aquel que está afuera quiere entrar, el que está adentro quiere salir. Le agrego: lo que está en el medio quiere existir.
La casa ofrece un lugar seguro fuera de los espacios de encierro que por lo general comprimen demasiado: sea oficina, hospital, cárcel, la sociedad parece volverse individuo entre una continuidad de paredes familiares. Las paredes de mi cuarto me recuerdan quien soy cada mañana al despertar; el tapiz colorido que en ella colgué rememora mi viaje a Machu Picchu, la mirada congelada de un Jimi Hendrix con sombrero de ala ancha flota en ese aire, mis auriculares desde un clavo penden y serpentea su cable largo hasta la alfombra del piso; ahí mismo descansan mis botas negras que me llevaron por estrechas calles del afuera el día anterior. Para el interior elijo pies descalzos y la comodidad de saber que cuento con mis dedos para patear segmentos de espacio; desde el cuarto hasta la cocina, desde la cocina hasta el baño, desde el baño hasta la cocina y vuelta al dormitorio. Sin más que ascender a los extremos del cielo raso, ahora estoy en mi pieza tomando mate y contra la ventana se fuman las horas.
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Privada propiedad/ público impropio
Existe un carácter urgente y determinante del anhelo de la clase obrera por ser propietario de una casa. En esta fracción social se incluye tanto el pequeño burgués, el proletariado, los artesanos, maestros, muchos más y varios conocidos míos. Todos ellos en una sociedad donde el perfeccionamiento de la tecnología priva de trabajo a multitudes de obreros generando un gran ejército de desocupados y por otro lado echa a la calle periódicamente a grupos de trabajadores que se amontonan en los márgenes de las ciudades. Y como esto sucede mucho más a prisa de lo que se edifica para ellos, entonces siempre es fácil encontrarse arrendatarios para las más feas locaciones. El dueño de una casa tiene el derecho y hasta el deber de exigir sin consideración los precios de alquileres más elevados para su inmueble. De este modo deviene que el problema de la vivienda no es producto del azar, es necesario, con sus varias repercusiones directas, por ejemplo sobre la salud del que alquila la pocilga.
Cabe mencionar, que es además oportuno, participar a la tierra donde se construye una casa y reposa al menos unos 100 años. Imaginarse solo que cantidad de personas podría habitar en el pasar de los años los espacios de una sola casa, por supuesto tomaría muchísimas lunas.
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Orientación / desorientación
Ahora salgo un poco de las ciudades. Fuera de ellas las personas pertenecen a la tierra, y la única forma que tiene la gente de conservar la tierra es pisándola, porque si no se vuela. Como el campo abierto no entiende de renta y uso del suelo, se deja adornar y equipar para que el ser y estar de un grupo humano produzca y siga adelante.
Es común observar en el campo dos tipos de casas, la nueva de techo a dos aguas, revoque liso y urbano; la otra casa, vieja con paredes construidas de adobe, techo de ramas y barro. Muy claro observo, la artesanal representa el pasado, la nueva el presente, una copia de la ciudad llevada al campo. Las de adobe parecen devenir espontáneas, entonces se orientan a protección del viento, buscando la mayor iluminación del sol. Las casas nuevas se instalan de acuerdo al capricho de algún personaje político con ganas de seguir la ruta que viene desde la ciudad, como si hubiera sido remolcada desde allí con la intencionalidad del momento y luego olvidada.
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Entrada/ salida
El marco y la puerta. Arco que anuncia los limites de un espacio a otro y obliga a decidir cual dirección tomar, hacia el interior o hacia el exterior. Ya no se trata de una edificación, es un espacio libre pero estrictamente regulado, hasta con medidas estándar de 1.20 cm. por 2 metros aproximadamente. La puerta no es muro, la puerta es flexible se abre se cierra, se entorna, cuantas veces se quiera. Por eso en el marco, el espacio libre, su puerta no molesta, hasta en muchos lugares es vaivén o de vidrio, tiende a desaparecer, parece ser solo un accesorio.
Me vienen a la mente los desgastados candados que cierran algunas grandes puertas en la ciudad de La Paz o en Cuzco, frente a la Plaza de Armas. Puertas resueltas en madera sin picaportes, solo cerrojo y gigantes candados, donde esto solo es el aviso de presencia o ausencia del alguien en su interior.
…luego vuelvo del viaje casero, como despertada suavemente por un golpeteo y pienso: -quien vendrá a llamar a mi puerta?-
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Lecturas referenciales:
La poética de espacio. Gastón Bachelard. (1957)
Contribución al problema de la vivienda. F. Engels. (1873)
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Sobre Pat Moggio: Nació en Patagonia Argentina, libre escritora de poesía y prosa desde niña. Leyó en vivo en ámbitos underground, realizó suelta de libros espontáneas en estaciones de bus, tradujo letras para música, redactó notas de prensa musical y para revistas digitales sobre temas culturales. Bailarina, exploradora de diversas técnicas, dio clases y participó en performances y flash mobs. En paralelo estudió y trabajó en gestión de turismo cultural. Viajó como mochilera por parte de Sudamérica participando en proyectos voluntarios. Actualmente vive en San Telmo, Buenos Aires, escribe y proyecta improvisación de danza contemporánea con músicos experimentales.
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